Según la Cabalá, la naturaleza tiene un programa preciso y una meta final, y es por eso que nuestro mundo está dividido en pequeñas familias. Es decir, alrededor de una pareja casada hay una familia más amplia que incluye a sus padres y madres, abuelos y abuelas de ambos lados, y a todos los demás parientes. Después sigue un círculo todavía más amplio, que consta de todos nuestros amigos, luego el área en la que vivimos, la ciudad, país, nación, y continente.
Todos nosotros estamos conformados por círculos concéntricos, como ondas que se expanden, y estos surgen y se disipan desde el centro. Por lo tanto, si establecemos correctamente a la pareja como núcleo de nuestras relaciones familiares, seremos capaces de construir todo tipo de diversas relaciones. Esto nos ayudará grandemente para lograr nuestro propósito en la vida.
Si en la familia aprendemos a complementarnos, a establecer distintos tipos de relaciones y a desarrollarnos en concordancia con el entorno inmediato, entonces sabremos cómo hacerlo también en el trabajo y en los demás los lugares. Entenderemos cómo construir buenos vínculos recíprocos. Este valioso conocimiento nos asegura el éxito en todos los ámbitos, y en esencia, es la vivencia más importante, puesto que nuestras relaciones con los demás determinan las áreas de dinero, honor, poder, y éxito general en la vida y la salud.
Al estudiar la Cabalá, no solo aprendemos cómo cimentar algo más que un nido familiar cálido y acogedor donde podamos sentirnos seguros y recibir ayuda en caso de enfermedad o vejez, además de ello, podemos tender una red de relaciones entre nosotros para revelar e implementar esa fuerza que gobierna y existe por encima de nuestra naturaleza. Adicionalmente, nuestra familia estará en tal conexión con el resto de las familias, que nos sentiremos confiados, alegres y sin restricciones.